Reseñas: Novela española

La silueta del olvido, Joaquín Camps

Hace poco un buen amigo me habló del Premio Azorín 2019. Y la verdad, me intrigó mucho saber de qué iba La silueta del olvido. No suelo leer novela negra o thriller, pero quizás era una buena ocasión para hacerlo.

El caso es que también me sorprendió que una obra de estas características ganara el Azorín, sobre todo, por la cantidad de novelas que ya hay escritas de este tipo por autores de gran prestigio que lo han demostrado con libros de este género.

A pesar de los prejuicios, infundados por una lectora desconfiada y sin gran experiencia en estas lides, hay que reconocer que la novela atrapa desde la primera página. Joaquín Camps utiliza una prosa inteligente, sutil e incluso sarcástica que te seduce desde la primera línea, aunque en ocasiones te haga reír y en otras te apriete hasta doler.

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La inspectora Claudia Carreras quiere ser una buena policía, y una buena persona. Por ese orden. Pero ambos objetivos le resultan inalcanzables por culpa de la desolación que siente tras el asesinato en Madrid de su compañero. Para olvidarlo se traslada a Valencia, donde debe investigar el extraño secuestro de Lara Valls, la hija de una adinerada familia. Pronto descubre que nada en este caso es lo que parece, y poco a poco empatiza con Lara: ambas son adictas a la literatura, al pasado y al sufrimiento.

Ésta es la acción principal y, aunque se narre de forma cronológica en tres partes, hay muchas retrospecciones y anticipaciones que fragmentan la historia de cada personaje. Por eso, poco a poco te das cuenta de que lo importante no es sólo encontrar al culpable del secuestro de Lara Valls, sino conocer la psicología de cada una de las personas que intervienen en el caso.

El fragmentarismo de cada parte favorece la intriga y la tensión de la lectura. No puedes dejar de leer. Pero, además, el ritmo se acelera hacia el final porque los fragmentos son más breves y los saltos temporales son más frecuentes. Lo que empieza como un caso “sencillo” y al que “están habituados” los agentes del Cuerpo Nacional de Policía se hace más complicado e íntimo.

Esta descripción naturalista e impresionista tan íntima que Joaquín Camps hace de la sociedad es un rasgo muy interesante en la novela, porque lo mezcla con el suspense propio de un thriller policíaco dando como resultado una combinación exquisita de géneros.

Por otro lado, nada es predecible, porque en cualquier momento la línea de acción cambia de sentido, al igual que cambian los espacios. La novela se desarrolla en Valencia. Una ciudad dinámica, abierta y cada vez más cosmopolita, pero como cualquier urbe de estas características llena de problemas de corrupción, fraude, deficiencias en entidades públicas, diferencias de clases sociales, … La disparidad de personajes con perfiles tan opuestos le permite al autor criticar y denunciar estos problemas con una agudeza que a ningún lector deja indiferente.

También sorprende su forma de contar. La narración que enmarca los diálogos es tan propia de cada personaje que parece que cada uno esté autonarrándose a sí mismo con su propia voz. El narrador omnisciente, el narrador testigo, se difuminan … cuentan los personajes. Y mientras lees, escuchas a Claudia, a Ramón, a Héctor,… cómo hablan, cómo piensan. Es extraordinaria la habilidad que tiene el autor para cambiar de una voz a otra, sin perder la esencia de cada uno, al contrario.

Pero sin duda lo que más me ha impresionado de esta obra es la prosa tan “carnal”. Llama la atención al principio el uso «excesivo» de un lenguaje carnal, que no entiendes hasta mitad del libro, cuando está interiorizado y comprendes que esa prosa es premonitoria y necesaria para entender el final. Desde el primer capítulo está presente el sexo de cada personaje, con sus diferencias, pero reflejando lo mismo: la triste soledad que nos habita. Esa solitud que buscamos rellenar con la presencia física de otro cuerpo.

Somos carne, piel, cuerpo, órganos, sexo. Pero quizás lo que más deseamos que nos toquen es el alma. Nadie quiere sentirse una  silueta olvidada.

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