Reseñas: Novela española

El amante albanés, Susana Fortes

 

El amante albanés es una novela corta que perfectamente podrías leer en el viaje de ida y vuelta a una ciudad cercana. Es en apariencia fresca, de verano, fácil de leer. Pero, como todas las novelas de Susana Fortes, llega a lo más hondo, sin que el lector se dé casi cuenta de dónde se está metiendo. Fue finalista del Premio Planeta 2003 y no se podría clasificar dentro de un único género, puesto que mezcla la intriga con el modelo narrativo intimista o personal. 

Resulta un poco difícil hablar de esta escritora cuando ya he dicho mucho en anteriores reseñas: El amor no es un verso libre, Quattrocento, Querido Corto Maltés y Septiembre puede esperar. Quizás lo que más me gusta, además de su estilo, es que las contextualiza en un momento histórico significativo en el que deja mucha tarea para el lector, ya que describe lo justo y sólo insinúa y guía. Se nota en esto su mano de profesora de Historia y su “obsesión” por decir menos para contar más.

El amante albanés cuenta la historia de dos hermanos, Ismaíl y Viktor, cuyas vidas reflejan la controversia en la que vive su país, durante la dictadura de Enver Hoxha. El protagonismo se lo lleva Ismaíl y desde su mirada, aunque contada en 3ª persona, conocemos el secreto que envuelve a su familia y que tiene que ver directamente con él. Lo que les sucedió a sus padres podría repetirse con la llegada de Helena, esposa de Viktor.

Susana Fortes nos traslada a Tirana, capital de Albania, a una época muy dura en la que la controversia viene marcada por los defensores y detractores del régimen dictatorial y el aislamiento al que están sometidos. Es fácil intuir que los hermanos representarán ambas caras de esta moneda, aunque esto no será evidente, ni siquiera para ellos, hasta pasados los años.

La historia podría ser muy intuitiva por éste y otros motivos, sin embargo, la autora utiliza una serie de recursos y técnicas narrativas que atraen al lector. No puedes parar de leer.

La novela empieza con el sonido de un disparo y un cadáver que harán retroceder al protagonista a un pasado doloroso y misterioso. Una historia circular marcada por ese retroceso necesario para averiguar qué sucedió, quién ha muerto y quién es el culpable.

Como es habitual en la autora, y ya se ha dicho, es capaz de mantener la intriga y la expectación durante los veinte capítulos (y epílogo) que contiene el libro.  Su prosa, aunque se caracteriza por el uso de oraciones largas y abundantes recursos estilísticos, es ligera y poética. La lectura es deliciosa.

Por otro lado, a pesar de que algunos críticos opinan que la autora deja en el aire muchos aspectos históricos y políticos por narrar, el lector puede hacerse una idea muy clara de las rebeliones, persecuciones y manipulaciones que rodean a este régimen opresor. No necesita más. Además, lo interesante de este libro es la historia personal que subyace debajo de todo ello y la capacidad de la autora para describir los sentimientos que acompañan a los personajes en cualquier escena, desde la intimidad de una relación sexual hasta la angustia de una tortura psicológica. No hay escapatoria, estás allí, y posiblemente, ya estés sintiendo lo mismo.

Y poco a poco vas acompañando a Ismaíl Radjik y sufres la verdad, porque “ningún secreto puede ser guardado eternamente. Al menos tiene que ser revelado una vez. Aunque sea una sola y única vez. Tarde o temprano.”

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Recojo el principio de una reseña que LA VOZ DE GALICIA publicaba el 3 noviembre de 2003:

«Tengo un amigo que siempre dice que quien nunca se ha enamorado de la persona equivocada es que nunca se ha enamorado». Así comenzaba ayer la rueda de prensa la finalista del Premio Planeta, la gallega Susana Fortes. Esto venía a colación por el sentimiento de amar tantas veces recogido a lo largo de la historia de la literatura, y que en su novela El amante albanés , ella recoge.«Hay muchas maneras -fijó la escritora- de tratar el sentimiento amoroso a lo largo de la historia de la humanidad y de las novelas, el romántico, el cortés, el bucólico, el místico. Incluso en la vida real hay distintas maneras de afrontar el sentimiento amoroso. Básicamente hay dos: hay amores de novela y amores para casarse. Es decir, los hay apaciguados y domesticados, un poco a lo Doris Day, con vocación de convertirse en costumbre, y hay otra clase que es el radical, que no se puede someter a ningún tipo de normas, que las hace saltar por los aires, y no hay un sentimiento humano más subversivo que esta clase de amor porque aboca a los amantes a un tipo de sensibilidad extremadamente peligrosa y al que no hubieran llegado nunca de otro modo, y esto es exactamente lo que les ocurre a los protagonistas de esta novela».

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La imagen de cabecera es de Rodney Smith, Odalisque No. 1, Winfield Estate, Long Island, New York, 2004

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