Reseñas: Poesía española

Fuera de mí, Carlos Marzal

Fuera de mí es el libro de poemas con el que Carlos Marzal ganó el XVI Premio Internacional de poesía Fundación Loewe en 2003.

Está dividido en cinco partes enmarcadas por dos salutaciones. Esta manera de distribuir los poemas ha sido un regalo en la última semana de verano en Serra. Es como si el autor me hubiera dosificado sus versos para leerlos en cinco mañanas, en cinco bloques que rellenaban la primera hora del día, cuando no hay nadie y sólo la lectura acompaña el silencio y el frescor matutino.

Sobre el título y su contenido, en un artículo de El País (20 nov 2003) Amelia Castillo apuntaba: “En unas declaraciones a Efe, el poeta aseguró que el título del poemario responde a la expresión ‘estar fuera de sí’, lo que en su caso consiste en la enajenación del contento y de la alegría. Es un poemario celebratorio.

Iba en serio y con una fuerza contagiosa. Los versos están llenos de vida, aunque quizás sólo para los que quieren vivir.

y voy que tiemblo…

más zarpo, en mí, sin mí, con la maroma

que ata mi cuerpo a tierra y me da el rumbo.

 

Lunes. ADHESIÓN. El despertar a la belleza. Descubrirla y contarla. Saberse belleza.

En puridad,

en pura rectitud con lo más puro,

por pureza del ansia hacia lo mínimo,

por pudor y justicia hacia lo extremo,

no hay nada de lo humano

que no aguarde su oda,

ni nada ajeno que no guarde un himno.

Martes. EL AMOR POR LO CREADO. La luz habita los poemas. Yo y Todos la conjugan con el frío del hielo, de la noche y de lo que no es verdadero. La humanidad habla de los claroscuros de la vida.

Atengámonos, fieles, sin relato,

al intachable mundo de las cosas:

qué poquedad tan fértil,

cuánta estrechez que inspira demasías.

Miércoles. EL VINO TRÁGICO. La tierra, las cosas, las nimiedades del día. El saberse vivos aquí junto al musgo en una laja de rodeno o en el aire que mueve el toldo de la siesta.

Cuando lo más cercano, por más propio,

cuando lo más palpable, por más íntimo,

se impone en sobriedad sin que haya esfuerzo,

es signo de belleza por la historia,

asombro de verdad, conquista humana.

Jueves. EL DELIRIO Y EL NÚMERO. Los sentidos y las ideas. Sólo sentimos y pensamos “nosotros”, los que “somos: mendigos de entender.”

Este sabor, el tacto de mi vista;

este sabor, olfato de mi oído:

             el sabor del saber,

porque no hay sinsabor

del que no pueda el pensamiento audaz

             hallar la suculencia.

Viernes. ALGARABÍA. Alegato de alegría que habla desde el final del día, desde el ocaso, desde la Luna, desde la noche, … para hacernos generosos:

Comamos lo supremo en lo más simple:

alta conversación

el pan flamante

y el lustre del aceite en su oro lánguido,

la madura energía de tenernos,

la fruta fresca,

el vino inteligente.

 

Que corra el vino hasta volvernos sabios…

 

Y celebrémonos…

 

Y debatamos…

 

Y muera en el exilio

cualquier bituminoso pensamiento

que pretenda ultrajar

el arrebol de otra mañana invicta.

 

Y acaba el libro con los versos que me han regalado mañanas de luz, de lluvia, de saberme viva. Porque el poeta lo da todo, como un pródigo de la vida, de la naturaleza, de la belleza, de la conversación, del encuentro, de la noche, de la luna, de la umbría. Un ramo de flores que no se declina.

He cogido las flores sin cógerlas,

para que se conserven en nostalgia,

para que por deseo se emancipen.

 

Que empalaguen el aire con su dulzor espeso.

Traigo néctar de vida,

la miel que nos resarce en la zozobra.

En la flor de esta edad,

Os he cortado flores que no existen.

la prímula que crece en parte alguna,

el azahar de nadie,

la rosa de los vientos…

 

No quiero daros flores que declinen.

 

Algo que flota en algo os he traído,

nada que huele a nada,

                                        en este ramo.

 

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