Reseñas: Poesía española

Flor de sal, José Saborit

La lectura de Flor de sal es una introspección que te lleva desde tu origen hasta tu propia muerte, para poder renacer a una nueva vida. Es como si el autor nos invitara a morir a nuestra forma de ver las cosas y nos animara a buscar una mirada diferente, que va más allá de cómo vemos lo cotidiano con las prisas del día a día.

“Quiero esponjar mi pan, madre nutricia,

en la húmeda ternura de tu leche;

quiere el hambre y la sed de este mirar

asomarse a tu luz más generosa.”

Por eso, nos muestra imágenes que hablan de las etapas de la vida a partir de símbolos y metáforas de su universo poético que está estrechamente relacionado con la luz y el mar del Mediterráneo. De esta forma, los pinos, el rodeno, el cielo, la arena, el agua, el bosque o el mar van dando forma a su historia (y la de cualquier lector), para conseguir mirarlo todo desde la óptica de la madurez que pide contemplar y vivir la vida más plenamente.

“Tantos años, tantas vueltas, y esta tarde,

cuando has visto el espectáculo de siempre,

los cortados de rodeno, las higueras,

el lentisco y el olivo, las pinadas,

nos has podido contener el sentimiento,

el afecto renovado hacia lo tuyo…”

Con la lectura de estos poemas el lector para el tiempo y aúna la palabra y la imagen en un todo único. De esta forma, recupera la esencia de la vida que se oculta en una hoja de olivo, en un cuajo de resina, en un espejo o en los pies hundidos en la arena de la playa.

“y saltas otra vez sobre la arena

ardiente bajo el sol del mediodía,

se te hunde el pie desnudo

en el polvo sin ley de alguna playa,

quién sabe si la misma o cualquier otra,

en la fiebre sin fe de cualquier playa.

Cuando lees al poeta, admiras también al pintor, porque ambos se funden en el artista y de la lectura emergen los colores de la paleta, los pinceles y las tonalidades de sus cuadros tan profundos y eternos como los versos que escribe. Une imágenes y palabras para hablar del paso del tiempo e interpela al lector para que no quiera atajar el camino de su vida o profanarlo. Se trata de vivir.

“No añores la corteza,

no quieras corromper con tu ansiedad

el escondido hueso.”

Los símbolos de la tarde y el rayo también refuerzan esta idea y la hacen más certera, pues nos conectan con el significado universal que le dieron los escritores que le precedieron. Aparece la tarde como advertencia del final de la vida y cosecha de lo vivido.

Se iba lenta la tarde con la prosa

que de la edad tardía

narraba los afanes y los juegos.

Y el rayo como herida de amor que no cicatriza y te acompaña como un recordatorio perenne.

          Tu piel radiografía y triza el rayo,

          flechazo inadvertido,

          el rayo enamorado te fulmina

          y te hace otro.

Y de esta forma, entre tonos de cielos, de estrellas, de mares y horizontes el poeta nos regala su aprendizaje.

          Vio el espejo del mundo,

          la réplica del cielo transitando,

          las veleidosas nubes,       

          las estrellas remotas de otros tiempos,

          los vastos movimientos migratorios

          de las aves de paso,

          vio las hojas cayendo del otoño,

          y en el último instante

          vio su propio reflejo

          deshacerse en el agua.

NB: José Saborit, pintor y poeta, escribió Flor de sal en 2008. La lectura de este poemario ha sido como un REGALO.

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José Saborit Viguer nació en Valencia, ciudad en la que reside y donde pinta, escribe y trabaja como catedrático en la facultad de Bellas Artes de San Carlos de la UPV. Su pintura ha sido expuesta en galerías de arte e instituciones, y recogida en diversos catálogos (el más reciente Con el aire, Centro del Carmen, Generalitat Valenciana, 2008). Entre sus libros cabe destacar La imagen publicitaria en televisión (Cátedra, 1988, con cuatro ediciones), El hígado de las estrellas (Valencia, 1992), La construcción de la Naturaleza (con José L. Albelda, Generalitat Valenciana, 1997), Retórica de la pintura (con Alberto Carrere, Cátedra, 2000), y El sol del membrillo. Una película de Víctor Erice sobre el trabajo del pintor Antonio López (Nau Llibres-Octaedro, 2003). También ha escrito textos para catálogos de artes plásticas y revistas (Cimal, Imatges, Fuera de Banda, Archipiélago, El Viejo Topo, Quimera, Cuadernos Hispanoamericanos…) y durante cuatro años columnas semanales para el diario ABC. Junto a Manuel Ramírez dirige la colección de libros de arte y literatura Correspondencias (Pre-Textos-UPV).

+ INFO: JOSÉ SABORIT – ULTRAMARIO

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