Reseñas: Novela española

Black, black, black, Marta Sanz

La tarde que asistí a la tertulia entre los miembros del jurado de los Premios Max Aub, no sabía que leería esta novela tres años después, en medio de una pandemia.

Por esas fechas Marta Sanz acababa de escribir Clavícula, sin embargo, en ese momento compré Black, black, black a la entrada del Casino de Segorbe. Más que nada, por llevar la contraria a lo que hacían todos. 

Al final leí primero Clavícula y empecé a leer Black, black, black hace poco. Lo he hecho a ratos, entre medio de clases divididas por un tabique, alumnos confinados, padres protestando, posibles vacunas y millones de cronogramas para no liarme con los horarios. Y cuando he terminado Black, black, black, he llegado a la conclusión de que esta novela había que leerla así. Cada libro tiene una historia detrás que te viene a la memoria cuando lo coges y pasas las primeras páginas.

La tarde que fui con mi amiga Elena a la tertulia de Segorbe era una tarde de abril, faltaba poco para las vacaciones de Pascua. El aire era fresco y limpio, se veía en los pinos verdes que cercaban la carretera. Entonces era fácil soñar con esas montañas y el cielo azul. Nadie sabía que detrás de aquel entusiasmo llegaría el negro profundo en el que caímos en marzo y que descubrimos cada uno en su yo más íntimo.

Marta Sanz también lo reflejó hace diez años en Black, black, black. La historia dividida en tres partes con tres voces diferentes recorre una a una las familias que habitan una finca de un barrio de Madrid, que podría ser la de cualquier ciudad. En la lectura ha sido inevitable revivir La colmena, Historia de una escalera o incluso, Aquí no hay quien viva.  La escritora nos hace bajar a lo más negro del pensamiento humano, a ese del que ya estamos hartos desde hace meses. Y al final te das cuenta de que siempre ha estado ahí y que nuestra mente tiene un poder prodigioso. Las rencillas, los celos, la envidia, el deseo de subir o bajar, como decía Buero, siempre han estado presentes en la vida.

El título repite hasta tres veces el género al que parece pertenecer esta obra. Trata de un asesinato y un detective debe averiguar quién es el culpable. Sin embargo, la manera de actuar de este personaje, ridícula y sujeta a la mente de su exmujer, lista y coja de una pierna, hacen una caricatura de la novela negra.

Se podría decir que sobre todo la autora pone el foco en la narración y en la perspectiva de cada personaje. Cada uno cuenta los hechos como los ha vivido y busca la forma de narrarlos para salir ileso de cualquier culpa. Se intercalan diálogos y narraciones en los que el lector debe estar atento si no quiere perder el hilo. Lo que hace que esté más pendiente de las voces que de cómo se va a desarrollar el final. Una obra de ingeniería donde la escritora, como siempre, nos deleita con su prosa inteligente, exacta y con un vocabulario de extraordinaria calidad.

En Black I, “El detective enamorado”, el detective, Arturo Zarco, narra en primera persona la visita a los vecinos de la finca de la mujer asesinada, Cristina Esquivel. Desde esta perspectiva conocemos su debilidad y la necesidad de ser aprobado por su exmujer, Paula, a la que le cuenta todo por la noche.

Black II, el bloque más interesante, se titula “El paciente del doctor Bartoldi”. Es el diario personal de Luz, una vecina que escribe para contarle a su psiquiatra cómo se siente y cómo asesinó a tres vecinos. Es un texto metaliterario en el que la autora se luce con imágenes surrealistas extraordinarias.

Por último, en Black III, “Encender la luz”, Paula toma las riendas e intenta esclarecer los hechos mientras se los explica por teléfono a Zarco, ingresado en el hospital tras recibir una paliza por otro vecino. Es un relato inteligente como su narradora. Cada avance en el caso lo utiliza para analizar un sentimiento o un matiz de las relaciones personales. Paula a la vez que lo resuelve todo va ordenando la vida.

No ha estado mal la lectura de Black, black, black aunque ahora preferiría seguir conduciendo por la carretera cercada por los pinos y las montañas que recortaban el camino azul a un encuentro mágico.

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