Ensayo, Teatro

El cristal de Spinoza, Juan Arnau

Algo tienen las estrellas si las miras desde Teruel cuando eres pequeño, porque a Juan Arnau (Valencia, 1968) le cambiaron la vida y le hicieron además de astrofísico, filósofo y escritor.

Juan Arnau ha dedicado su vida a la investigación, a la docencia, … su obra y sus conocimientos son inmensos. Entre sus muchos libros, traducciones, artículos, ensayos, … elegí empezar a leer su obra por el primer libro de una trilogía que él llama “ficción filosófica”: El cristal de Spinoza (2012), El efecto Berkeley (2015) y El sueño de Leibniz (2019). 

La originalidad de la biografía de Spinoza no sólo reside en la habilidad que ha tenido el autor para sintetizar toda la vida y filosofía de este autor, sino en la forma de contarnos. Podríamos decir que mezcla los tres géneros literarios, aunque quizás la base de todo lo contado sea el teatro. Es como un guiño al médico y dramaturgo Ludowijk Meyer, fiel amigo de Spinoza.

Las frases de Spinoza que salen, como advierte el autor, de su correspondencia, de biografías clásicas o de documentos de la época: actas, certificados de excomunión, etc. las teatraliza y las contextualiza con una prosa brillante y poética.

“Una muralla de dunas que contiene el ímpetu del mar. En la playa podemos ver a nuestro filósofo, que participa a su manera del drenaje colectivo e intenta dar salida a las aguas muertas por medio de las zanjas de la filosofía.”

Jan van der Spyck, hijo del pintor Hendrick van der Spyck en cuya casa se alojaría Spinoza, es el “eterno narrador”. A veces nos habla desde la misma época del filósofo y otras, desde el presente que vivimos. Es como si todavía no hubiésemos comprendido al filósofo y tuviéramos que seguir estudiándolo a través de este personaje “inmortal”, que salta desde su pasado hasta nuestros días.

“He leído a muchos filósofos y me atrevo a asegurar que no hay otro que dé ideas más hermosas sobre la divinidad que las que nos dejó Spinoza… La libertad no es algo que se pueda otorgar, solía decir, la libertad es algo que hay que conquistar y quienes dicen dar la libertad a otros, mienten. Pero no es cosa de hoy el que esa verdad cueste cara. Caminemos pues sus pasos, es lo que yo me atrevería a aconsejar a las almas fuertes.”

El libro se divide en cuarenta y tres capítulos cortos, que recogen cuarenta y tres escenas diferentes de la vida de Spinoza, muy bien seleccionadas, pues nos dan muy buena cuenta de sus preocupaciones: libertad, verdad, amor y Dios. Estas escenas se desarrollan en varios lugares. Algunos escenarios son íntimos y cerrados como su propia habitación, donde se respira la serenidad y humildad del filósofo. Otros son abiertos como la sinagoga, una tienda o taberna, donde se debaten sus pensamientos e ideas en público o en secreto.

En cualquier caso, de todos se deduce la inteligencia con la que asumía ser incomprendido por muchos y la valentía para seguir adelante con sus pensamientos y razones. Un filósofo y profesor que no buscaba la fama, antes bien, la libertad y la verdad. “Pero con la filosofía no se gana uno la vida. A este fin, ha aprendido el oficio de pulimentar lentes para telescopios, microscopios y otros instrumentos ópticos.”

Juan Arnau también destaca su oficio de óptico y hace con ello una comparación muy bella. Es como si el filósofo, igual que un óptico, buscara el cristal a través del cual contemplar y examinar la realidad, para erradicar la superstición y el azar. “La búsqueda de la luz, de la verdad para entender el cosmos.”

Baruj Spinoza: [Contemplando satisfecho la superficie pulida y pasando sobre ella un cepillo de barbero]: Lente es todo aquello que concentra o dispersa la luz. Cualquier objeto puede cumplir esa función, el mar, una estrella, una persona, la piel del limón, pero estos cristales se pueden moldear a nuestro antojo…

Ludowijk Meyer: Dicen que el pisano Galilei construyó el primer telescopio utilizando dos lentes convergentes y esa convergencia nos llevará muy lejos…

BS: … a las ardientes estrellas, fábricas de la vida.

LM: El filósofo y el óptico…

BS: [Sin levantar la cabeza]: … todo conocer es una suerte de ver.

Con la lectura de este libro he recordado las clases de mi primer profesor de Filosofía, J.A. Talens, erudito de otras ciencias como la Física, con el que compartí muchas conversaciones, llenas de sabiduría. Siempre he sentido mucho respeto por los filósofos, valientes e inteligentes descubridores de verdades. A todos ellos, ofrezco mi admiración y cariño.

También a Juan Arnau por El cristal de Spinoza y por todo lo que, tras su lectura, he descubierto que me queda por aprender.

Habrá que buscar el mejor cristal para mirar las estrellas.

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