Reseñas: Novela española

Nadie nos oye, Nando López

Como dirían mis alumnos, este libro me ha dejado loca. Cuando lo lees hay un montón de voces contándote mil historias. Todos gritan en silencio lo que callan, lo que llevan dentro porque les da miedo sacarlo fuera. Y lo peor es que lo oyes todo y no puedes pasar de largo como cuando cruzas de acera para no ver a un indigente.

Es como si el autor hubiera puesto un micrófono a cada uno de sus pensamientos para airearlos y poner en evidencia toda la mierda que a veces nos rodea y que ninguno queremos oír. De manera que consigue que ese montón de palabras resuene en la cabeza del lector hasta que le traspasa el alma y se le encoge.

Y de repente, te encuentras entre medio de mensajes, silencios, gritos, conversaciones, pensamientos y no te queda otra que escuchar y empezar a callar, a pesar de que estés acostumbrada a hablar y a hablar.

No hay sermones, ni reflexiones filosóficas. El autor se limita a contar y a unir hilos hasta desvelar quién ha sido el asesino que nos incomoda desde el primer capítulo.  Sin darte cuenta, estás leyendo una novela con tintes de teatro, porque Nadie nos oye es un drama del que, además, no saldremos ilesos.

El lector no tiene más remedio que acompañar a cada personaje. Se convierte en espectador de esta obra de teatro y vive de primera mano cada escena. Como si estuviera rozando con la punta de los dedos las tablas del escenario en un corral de comedias. Los personajes están arriba, el lector espectador abajo, pero lo que se vive es tan cierto como la vida que no queremos ver.

Prosa y drama sobre las tablas.

Nadie nos oye se divide en dos partes. La primera, “Los gritos”, es más reflexiva y en ella dos narradores nos cuentan lo que sintieron. Sus voces se van alternando.

Emma habla “ahora” cuando acaba de ocurrir el asesinato en el club deportivo donde trabaja de psicóloga. Quique, joven de 17 años, cuenta “antes” del asesinato de uno de sus mejores amigos. A los dos les une el deseo de conocer la verdad, aunque sea para liberarse de sus propios miedos y debilidades. Ellos son los más fuertes, pero no lo saben. Sólo sienten que nadie los oye, ni siquiera los más cercanos, con los que hablan todos los días.

Se convierten en la voz del resto de personajes: alumnos de dos institutos rivales, entrenadores, profesores, padres, … Todos tienen miedo a contar lo que sintieron y lo que vieron. De tal forma, que se crea una “guerra narrativa” en la que cada uno cuenta lo que quiere para esconder lo que de verdad ocurrió y sintió. Una maraña de voces en la que también se ocultan las identidades de cada uno, por miedo a la ofensa y a la no aceptación.

La segunda parte, “Los silencios”, es un thriller en el que el reloj marca las horas como las azadas cavan el monumento. A contrarreloj y de la mano de nuestros narradores se va desvelando todo en tres días de vértigo. De esta forma, la maraña se deshace mientras cada personaje consigue contar y sacar fuera sus “silencios”, los gritos que no dieron para evitar el asesinato. Todo parece que se resuelve, aunque cada uno al final para “ganar” haya perdido amigos, recuerdos, vida.

Y con esta sensación de angustia me quedé al acabar de leer Nadie nos oye. Cuando trabajas con jóvenes que te miran fijamente al subirte a la tarima cada mañana, te das cuenta de que hay momentos en los que no quieres que sus gritos te salpiquen, porque les quieres y sus sufrimientos duelen mucho. No quieres oírlos.

En cualquier caso, resulta sorprendente que haya tantos problemas en tan poco espacio… Creo que el autor exagera y da una visión bastante negativa y pesimista de la enseñanza. Quizás,demasiados arquetipos tan cerca. Me he sentido un poco mal, como si nuestra labor docente no sirviera de nada, ni nuestras orientaciones, ni nuestros consejos o seguimientos personales.

Pero ocurre que a veces nos dejamos llevar por lo malo y eso nos impide ver lo bueno. Por eso, prefiero darle la vuelta a esta obra y rescatar las LUCES que a simple vista no ves, cegada por tantas SOMBRAS, al cerrar la última página. Luces como: la amistad entre los amigos del instituto, el respeto entre gente de diferente cultura, el amor de un padre a su hijo, el esfuerzo para conseguir un buen resultado, la constancia y el sacrificio del profesor por sus alumnos, la valentía ante nuestras convicciones, el respeto al que es “diferente”, la manifestación de nuestros sentimientos o la lucha por la igualdad entre seres humanos.

Y también prefiero quedarme con lo positivo y que el libro sea un aliento para aquel que lo lea, para que sepa mirar y escuchar al que está a su lado. Quién sabe, a lo mejor se convierte en su hogar, su amor, su inmensidad, su universo, su paz. 

SINOPSIS

Tras perder el partido más importante de su vida, un joven de diecisiete años aparece muerto a causa de una terrible paliza.

No hay testigos ni pruebas que señalen los culpables, aunque los recientes enfrentamientos entre el Zayas y Távora apuntan a que se trata de un nuevo episodio en la escalada de violencia entre ambos centros. Solo dos personas próximas a la víctima posee las claves para desentrañar lo sucedido: Quique, uno de sus compañeros de clase y el miembro de su mismo equipo de waterpolo; y Emma, una psicóloga contratado por el club para asesorar a sus jugadores adolescentes.

Ambos compartirán su visión de unos hechos sobre los que pesan demasiados miedos. Demasiados fantasmas. Demasiados silencios. Solo si se atreven a gritar de una vez cuanto callan podrán descubrir la verdad.

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