Reseñas: Novela española

Entre visillos, Carmen Martín Gaite

Mientras leía Entre visillos pensaba en mis alumnos de 2º bachiller y en cuáles serían sus reacciones al leer esta novela con la que Carmen Martín Gaite ganó el Premio Nadal en 1957 y se consagró como una de las mejores escritoras de posguerra.

Esta novela, junto a Historia de una escalera de Buero Vallejo y la poesía de Lorca, son las tres obras elegidas para las pruebas de acceso a la Universidad del próximo curso. Las tres pertenecen prácticamente al mismo periodo histórico, por lo que el alumnado podrá hacerse una idea de lo que ocurrió en España antes y después de la guerra civil. 

Sin embargo, lo que me resulta más provechoso no es sólo el análisis de la Historia, sino el análisis de los cambios que ha habido de entonces a ahora, para que ellos comprendan en qué hemos avanzado y qué queda todavía por mejorar. La temática, sin ser lo más original de esta novela, es muy interesante y puede llevar a debate en el aula temas como:  la relación entre hombres y mujeres, el papel de la mujer, el analfabetismo, la cultura, los convencionalismos sociales, la libertad del individuo o el espíritu crítico y abierto frente a lo conformista y cerrado.

Entre visillos nos cuenta cómo después de algunos años de ausencia, Pablo Klein vuelve a la ciudad de provincias donde ha pasado su infancia para ejercer como profesor de alemán en el Instituto. Allí entabla relación con distintas personas de la ciudad, fundamentalmente jóvenes, y con las alumnas del Instituto, sobre todo con Natalia. La rutina, el conservadurismo, la hipocresía de la vida cotidiana de la posguerra, analizadas a través de las ocupaciones cotidianas de este grupo de jóvenes, de sus angustias, del aburrimiento y de la falta de imaginación, son reflejo de la realidad de una juventud sin ilusión.

Pablo Klein se convierte en el foco principal de la obra. Este personaje que viene “de fuera” marca un pensamiento y una actitud distinta a la de la gente que vive “dentro” de esa ciudad de provincias. Su discurso en 1ª persona se alterna con el discurso de un narrador omnisciente, de manera que cada capítulo está narrado por una voz diferente. Y en esta alternancia se ve cómo los capítulos narrados por Pablo Klein contrastan brutalmente con los capítulos narrados por la voz distante y alejada de la 3ª persona. Sólo en la 2ª parte el protagonista cede su voz a Natalia y alguno de los capítulos están narrados por ella, quizás por ser el único personaje valiente y capaz de “salir” de ese pensamiento asfixiante y circular.

La novela sigue, pues, una estructura circular y se divide en dieciocho capítulos separados en dos partes que marcan el final del verano (1 – 12) y el comienzo del curso escolar (13 – 18). Se trata de una historia circular que la autora simboliza con el tren que al principio y al final de la obra trae y lleva pasajeros, quién sabe si para cambiar su destino o seguir en el mismo circuito.

También son interesantes los espacios porque definen y refuerzan el carácter de cada personaje. Todos los lugares se sitúan dentro de una ciudad de provincias, que podría ser Salamanca o cualquier otra, y todos describen esa manera de ser cerrada y conservadora de los años 50. Sin embargo, es curioso comprobar cómo algunos espacios son más herméticos y otros más abiertos. Así, por ejemplo, Elvira “se asfixia” en su casa más tradicional y conservadora; mientras que se siente más libre en el apartamento de Yoni, joven rico y excéntrico, que ofrece su casa para fiestas y diversión.

En fin, podríamos hablar de muchos más aspectos formales con los que la autora ha sabido transmitirnos perfectamente el tedio y el sopor de una juventud marcada por la Historia, pero quizás sea mejor que cada alumna o alumno reflexione después de leer esta historia. Ojalá, Carmen Martín Gaite sea capaz de despertarlos con su narración para que suban al tren del cambio, de la libertad y de la belleza de vivir.

Deja una respuesta