La familia no es una novela, sería más bien el compendio de los relatos y los recuerdos de una familia ordinaria, que aparecen seccionados por capítulos sin un orden establecido. Más bien, sigue la estructura del pensamiento que trae caprichosamente a la mente escenas del pasado que seleccionamos por alguna extraña razón. 

Cada capítulo está narrado por la voz de un personaje que nos lleva a la emoción “agradable o penosa” con la que vivió ese recuerdo. El lector, por lo tanto, es activo y debe recomponer las historias para entender a esa familia ordinaria, que reúne a diferentes estereotipos. De un padre dictador y una madre sumisa salen unos hijos asustados que intentarán vivir su vida sobrellevando lo que vieron y vivieron en aquella casa.

La casa es el corazón. El libro comienza con un capítulo que la describe brevemente e invita al lector, al que apela con la 2ª persona, a que mire y calle. Cada rincón podría ser un punto ciego, una trampa, que más adelante entenderá.

La puesta en escena es tan importante… La autora lo deja claro desde el principio. Este libro no es un libro predecible, masticado como los que se llevan ahora. No te va a resolver nada, está todo abierto y tú, lector, tendrás que mirar, callar y pensar lo que te dice.

Quizás no te guste, porque de esa familia llena de personajes tan exagerados e imposibles duele lo que piensan, lo que hacen y dan asco, pero existen y lo reconoces en tu día a día, en tu soledad.

Se cuelan. La vida tiene rendijas incluso la del más perfecto. Son grietas por las que pasa sin permiso todo aquello que deteriora lo que soñamos ser. Así somos.

Sara Mesa no escribe un libro al uso. Crea una obra de arte y juega con las palabras para cristalizar las emociones del ser humano, incluso las más escondidas. Allá tú si no lo quieres ver.