Reseñas: Novela española

Nosotros, Manuel Vilas

Con Nosotros, Manual Vilas (Barbastro, 1962) ha obtenido el último premio Nadal 2022, uno de los premios literarios españoles más antiguos desde que Carmen Laforet obtuvo el primero en 1944. Un premio que siempre me ha llamado la atención, porque sale en los libros de texto, en las clases de literatura… y eso le ha ido envolviendo de un halo especial.

Sin embargo, son muchos los que dicen que Nosotros ha sido un galardón fallido, una operación de marketing, principalmente porque la protagonista no es creíble y hay demasiada retórica en casi todo el libro hasta que un giro inesperado da la credibilidad que le falta a la historia. Es cierto que en mi lectura había algo que fallaba, pero sería injusta si concluyera con una crítica negativa. 

Hace cuatro siglos España vivía sumida en una crisis económica, política y de pensamiento que se ocultó detrás de columnas salomónicas, metales nobles, metáforas y antítesis. De aquella época nos quedan obras de arte grandilocuentes y maravillosas, consideradas “de oro” porque con su belleza aparentaron una grandeza soñada y perdida. Trampantojos.

La soledad y la necesidad de amor habitaba en el hombre barroco y le conducía al drama existencial como muestran los versos de “Amor constante más allá de la muerte” de Quevedo. La vida no tendrá sentido si no se alcanza el amor deseado, se convertirá en polvo, pero prevalecerá lo vivido, el polvo enamorado.

Cuatro siglos después, repetimos los patrones y el individuo actual que vive en la mejor era de comunicación se siente solo. Cuatro siglos después, Irene, viuda y vacía de amor, enloquece. La protagonista, huye de sí misma porque le da miedo mirar en su interior y viaja a toda velocidad con coches de lujo de un punto a otro de la geografía española y francesa. Recorre kilómetros y kilómetros buscando en relaciones pasajeras el verdadero amor, pero su periplo la conduce a su propio yo.

Antes del desenlace y el giro inesperado hay seis capítulos asombrosos que se intercalan entre los demás y describen a Irene, como la “enamorada del viento”. Es un presente breve, pues en pocos días, viaja como una loca, desafiando al tiempo y saltándose normas y convencionalismos. En estos episodios el escritor consigue narrar desde el punto de vista femenino las fantasías que esta mujer y muchas han soñado y no se han atrevido hacer fuera de su imaginación. Con la tranquilidad de que el viento podrá borrar cualquier remordimiento o recuerdo incómodo.

El pasado aparece en los otros capítulos, donde se describen a los personajes que completan la vida de Irene y que van desmontando la mentira que a medio libro el lector ya no puede sostener. A los personajes los acompañan sus objetos personales, en especial los relojes y los muebles. Son “las cosas” que nos rodean diariamente y a las que no hacemos caso, hasta que en un momento de inflexión de nuestra vida cobran especial relevancia por la historia que sostienen, el escenario que decoraron y a quién pertenecieron. Testigos del paso del tiempo.

Y todo este trampantojo se abre hacia un futuro incierto. Su obsesión patológica centrada en el pronombre “nosotros” se enfrenta veinte años después de la historia narrada a su propio “yo”. Ahí es donde Irene tendrá que resolver la misma duda existencial que desde hace siglos perturba al hombre, ¿vivo en soledad?

Yo con mi delirio, la yonqui del entusiasmo, de la pasión, una adicta a la pasión.

Llamadme loca, yonqui, barroca, a mí me ha gustado.

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