Reseñas: Poesía española

Un yo sin mí, Jaime Siles

¿Quién no se ha quedado prendado en alguna ocasión de la sabiduría, elegancia y palabra de Jaime Siles? ¿Quién no conoce a uno de los mejores poetas de Valencia?

Era mediodía y volvíamos del colegio mi hijo y yo en el autobús. El 90. Íbamos hablando de las clases de la mañana y a nuestro lado estaba sentado un hombre. Era un hombre elegante y tranquilo, que viajaba callado, sin embargo, su presencia decía mucho. Supongo que también escuchaba las ocurrencias del niño de nueve años con el que yo conversaba y que nos separaba. Con gran disimulo estuve atenta a su postura, a su silencio y a su camisa bien planchada. Sólo cuando bajamos, en la misma parada, aunque con caminos contrarios, me di cuenta de que era él, el poeta. Fue un instante o varios, pero de esos que se paran en el tiempo y que después recuerdas por no haberte dado la vuelta y seguir sus pasos, por no haberle presentado a tu hijo para que viera que los grandes poetas todavía pasean por las calles.

Sí, a veces, te los encuentras por la ciudad o por la vida, acompañados de anécdotas curiosas, poéticas. Pero lo que me lleva a escribir estas letras no fue este encuentro, sino la presentación de su novena antología, Un yo sin mí, el pasado 14 de noviembre, a la que asistí invitada por un amigo. 

Se podría decir que más que la presentación de un libro los allí presentes asistimos a una “fiesta de la palabra”. Porque en la mesa le acompañaban los escritores Robert Archer, Rafael Soler, Bibiana Collado y Ricardo Bellveser, presentados por el editor de Olé Libros, Toni Alcolea. Todos nos deleitaron con sus conocimientos y oratoria. Y de este modo, fueron definiendo al poeta y su última antología, antes de que él interviniera.

Es verdad que hasta este verano no he podido leer los poemas, sin embargo, en aquella presentación Robert Archer nos dijo que el libro “era como un artefacto”, en el que el poeta hablaba de la identidad, posiblemente la de cualquiera. Ricardo Bellveser añadía que “el narrador es un personaje más que crea el autor, un artificio del que se vale para su discurso”, y por eso, el título del poemario, que nos lleva a Santa Teresa, a Freud, a Segismundo, … a los clásicos, lo delata: Un yo sin mí.

    A ese yo del habla

   que es todas las palabras

   más allá del lenguaje,

   más allá del pensar,

 

   donde el poema habla

   sin voz y sin palabras

   un extraño lenguaje

   que es otra identidad.

“Siempre hay un poema esperando a un lector”, apuntaba Rafa Soler. Y es que, los poemas, seleccionados por el propio autor, establecen una dialéctica entre el Yo que habla y el Tú que lee, confundiéndose en la misma voz.

  … y la escribo

  para un lector que es -él y no yo-

  el único sentido del poema:

  su desarrollo, su destino, su realización,

  porque no hay filología superior a la existencia

  ni lector que no sepa que el poema, que él lee, nunca está:

  él es el poema, como yo lo fui antes

  y como tú, lector, lo eres ahora

  aunque no hayas pisado – como yo tampoco – esta biblioteca,

  porque estás hoy aquí, conmigo,

  en este poema y en esta biblioteca,

  donde nos perdemos, acaso para siempre, los dos.

En aquel espacio mágico también se recordó la pasión de Siles por las Lenguas Clásicas, por la Filología. Jaime Siles es el “poeta del lenguaje”, como él mismo se reconoció más tarde y como antes sus colegas ya nos advirtieron. Sus versos, apuntaba Bibiana Collado, “nos lanzan contra las cuerdas del lenguaje”, porque “escribir sobre la identidad nos hace preguntarnos sobre el lenguaje.”

  Ácronas, créticas, crípticas, cromáticas

  voces que conjurabais en la lengua

  el lenguaje, el mundo, la palabra.

  Voces sin signos, voces sin perfiles,

  voces en el vivir visualizadas,

  ponedme la pasión de poseeros

  en el papel precioso de la página.

Así pues, el amor por la Filología es evidente en todos sus poemas, también por la Arquitectura, la Pintura o la cultura en general. El Arte aparece sin esfuerzo, al hilo de sus pensamientos. Y el tiempo, la fugacidad de la vida, los instantes. Un cúmulo de argumentos, temas o ideas que fluyen de manera ágil, imperceptibles y a la vez contundentes, en cada uno de los versos.

  Saber que, como todos, nos morimos,

  saber que somos comas nada más,

  saber que los semas -ya los vimos-

  ponen sobre los somas luz de gas,

  es la experiencia dura que vivimos

  quienes nos empeñamos y quisimos

  hablar deliberadamente impersonal …

Leer Un yo sin mí ha sido un placer. Sus versos han rellenado el silencio de estos días de verano lentos y tediosos. Un festival de ritmo, sonoridad, semántica, miradas y pragmática.

                       El cuadro del museo que miramos,

                        Acis y Galatea, ella y él,

                        somos nosotros mismos mientras vamos

                        -ojo, labio, boca, lengua, mano-

                        sobre la carne del amor humano

                        ensortijando flores, cuerpos, ramos

                        de un verano mejor que el del pincel.

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