Reseñas: Relato

Bibliotecas imaginarias, Mario Satz

“… el señor de palacio que había mandado construir la pequeña Cabaña de Leer halló un libro cuyas páginas, vacías, estaban confeccionadas de espejos de bronce. Al principio le pareció un error, una broma…

– ¿Cuál es su propósito?…

– Para recordarte que uno no hace más que leerse y buscarse a sí mismo”. Pág. 63-64

Bibliotecas imaginarias es un rosario de relatos breves que no solo habla de bibliotecas, también de palabras, de libros, de estanterías, de miradas, de amistad… La medida de cada relato, de dos a tres páginas, crea un ritmo, una lectura acompasada, con una pausa entre cada uno de ellos que propicia el descanso para la reflexión. 

Los cuarenta y dos cuentos son obras de arquitectura perfectamente estructuradas. Entre el comienzo y el final se suceden personajes poco comunes que viven historias extraordinarias en lugares de Oriente y Occidente que el autor describe conjugando lo narrativo con lo lírico.

Como en un poema modernista se cuela el olor, el color, el sabor, el sonido, e incluso, el tacto del lugar y el tiempo descrito.

“el monasterio tenía una biblioteca que miraba hacia las enfurecidas espumas y en la que nunca había un silencio completo, pues el canto del mar ascendía hasta allí para evocar la profundidad de sus secretos”. Pág. 26

Sorprende que las historias comiencen con la sencillez de un hecho cotidiano y que esta anécdota contraste con el anuncio de algo fascinante que va a ocurrir. La inocencia con la que el personaje vive su día a día choca con la premonición de algo mágico. El arranque de cada texto es pues un choque entre lo ordinario y lo extraordinario. Es un anuncio para que el lector se convierta en cómplice y espere que el protagonista descubra lo maravilloso. De manera que el lector se plantea si en lo sencillo, en lo cotidiano, es donde reside la belleza que el autor intenta descubrir a lo largo de todo su libro.

Siglo XII. Una mujer. Una pregunta.

“En el verano de 1183, hacia finales del período Heian, en el Japón de las cigarras y los caramillos, los helados de melocotón y la música para adormecer a los príncipes niños, la cronista Shonagon fue interrogada sobre cuál era su libro favorito”. Pág. 125

El amanecer en el monte. Dos niños.

“El día en que Jum’a y su primo Mohammed edDhib, pastores beduinos, iban a hacer el descubrimiento más importante de sus vidas, se dedicaron desde temprano a contarse sus sueños”. Pág. 129

La belleza nos salva de “la caída de los muros”, de todo lo “catastrófico” que nos acorrala en el mundo. Frente a las guerras, la pobreza, la depresión, la idea de suicidio, las enfermedades, el hambre, la angustia vital que vivimos en el siglo XXI … Bibliotecas imaginarias nos invita a imaginar otro mundo o pensar que al otro lado suceden hechos cotidianos y sencillos que nos dejarían respirar y soñar con una vida mejor.

Los mismo se advierte en los personajes donde “el autor describe lo sagrado en lo cotidiano”, como apuntaba Alfredo Ugarte en la tertulia del pasado jueves.

Yo no conocía a Mario Satz, hasta que mi amigo Alfredo propuso su lectura. Él lo conoció en las últimas décadas del siglo XX en las tertulias de “El mundo por montera” que Fernando Sánchez Dragó ofrecía en La 2.

Mario Satz es un erudito, un humanista enamorado de lo sublime. En sus libros propone al espectador que sea capaz de encontrar la belleza en lo insignificante y de esta forma, nunca vivirá igual. En ese punto quizás ya no necesitaríamos las palabras como dice en la pág. 96: “Cuando el conocimiento llega a la comprensión, las palabras desaparecen”.

Es verdad que al leer esta cita uno podría quedarse desolado al saber que las palabras que nos acompañan desde antes de nacer, a mí desde la imprenta de mi abuelo y mi padre, podrían desaparecer. Esto sería como borrar las historias que nos han construido y han unido a amigos, familiares, … Pero quizás la madurez te lleva a descubrir que la vida es efímera y que, como las palabras, que cuando se pronuncian vuelan, el ciclo se cierra con la muerte para que otros también lo descubran.

“Escribimos para iluminar el nexo entre las generaciones que ya no están y las que han venido”. Pág. 35

Chelo se quedó con “El vendedor de esponjas”, Alfredo con “El hacedor de papel”, Mamen con “El hongo violeta”, Celia con “El oculista de Córdoba” y Belén con “La lectora del Shogun”.

Yo me quedo con “La salvación por la lectura” porque “Estamos escritos en el Libro de la Vida y las palabras son hojas que no se caen, frutos cuya dulzura no se acaba, flores que sostienen las ideas y los pensamientos. Leed, leed, y la muerte se alejará de nosotros”. Pág. 141

Y con “Una cita de amor en el campo de muerte” porque “En febrero de 1937, mientras recorría los paisajes que rodeaban Salónica, el botánico y helenista Hans Brenner de Dresde escuchó cantar en griego clásico a la maestra y bibliotecaria Daphne Sasón. Estaba paseando con sus alumnos por el campo. Tenía una voz suave y honda”. Pág. 186

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Foto cabecera: elperiodicomediterraneo.com

Bibliotecas imaginarias: MARIO SATZ, Editorial Acantilado

ENTREVISTA: “La mariposa es lo más bello de lo bello, y lo más frágil”

 

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