Reseñas: Novela extranjera

Hijos de nuestro barrio, Naguib Mahfuz

Hijos de nuestro barrio apareció por entregas a finales del siglo pasado en un periódico semioficial del régimen egipcio, al-Ahram, y hasta 1967 no se publicó en Beirut. Todavía hoy sigue siendo un libro “vetado” por su contenido.

En realidad, Naguib Mahfuz no hace más que narrar la historia de un barrio, de un pueblo. Podría ser de un barrio de El Cairo o podría ser de cualquier pueblo del mundo, pero quizás fue censurada porque cuenta la verdad de cómo construimos los pueblos, con envidia, dolor y sangre.

Por eso, contar la verdad, aunque sea alegóricamente, no interesa a ciertos sectores de la sociedad, ni siquiera les gusta a algunas personas.

Con todo, HDNB nos recuerda nuestra propia historia, la de la Humanidad y eso nos hace reflexionar sobre ella y sobre nosotros mismos. Es la historia de uno de los mejores pueblos, el elegido, que según el Narrador (uno de sus últimos testigos) no fue tan bueno y afortunado. Este pueblo vivía a los pies de la Casa Grande de la que era dueño y señor Gabalabui, un hombre generoso y justo como Dios, pero también enigmático. Nadie lo vio y sin embargo, dominaba y veía todo lo que sucedía fuera de su Casa. En él y en su hogar estaba la promesa de un mundo mejor.

Sólo cinco hombres lograron verlo o escuchar su voz y esto los convirtió en profetas de su tiempo porque con la ayuda de él guiaron y dieron ejemplo al pueblo. Cinco hombres con cinco historias donde fácilmente se reconoce el arrepentimiento de Adán (Adham) y Eva, la inteligencia de Moisés (Gábal), la bondad y el amor de Jesucristo (Rifaa) y el anhelo de justicia de Mahoma (Qásem). El último profeta, Arafa, fue el perdedor porque destruyó la promesa de Gabalaui. Mató a Dios.

Parece que el autor quiere que nos planteemos por qué es tan difícil conseguir un mundo mejor y quién tiene la culpa. Sin embargo, no se acaba todo con Arafa. Hanas, su hermano, cierra el libro abriendo la puerta a la esperanza y a la luz. El hombre puede seguir esperando y soñando con un mundo justo e igual para todos. Entonces ¿el Paraíso es la Casa Grande, está fuera o en nosotros mismos?

NM ha sido un descubrimiento para mí. Desde su infancia fue escritor y además, periodista y profesor de Universidad en El Cairo donde nació y murió. Su espíritu rebelde y su mente abierta le costó casi la vida en alguna ocasión, pero también el Premio Nobel.

Sólo he leído esta obra de él, pero de momento es suficiente para admirar su trabajo. Su narración es minuciosa y delicada, y aunque está cargada de pormenores y eso dificulta la lectura, es extraordinaria. Me ha recordado a las arquitecturas, esculturas, pinturas y demás obras egipcias. También a los frisos árabes de algunos templos con pequeños símbolos y frases cortas cargados de significado.

El arte egipcio ha sido de los más espectaculares en la Historia porque lo que los egipcios construían como simples trabajos de artesanía se convertía en obras de arte. Su arte fue novedoso, tuvo fines propagandísticos, religiosos y decorativos, e incluso recogió los pasajes de la vida cotidiana. Ellos fueron de los primeros en utilizar uno de los sistemas de escritura más antiguos, el jeroglífico, y almacenar el saber del mundo en las “casas de la vida”, las bibliotecas, como la de Alejandría.

Todo esto demuestra su capacidad de innovar, de aprender, de conservar y transmitir el saber. Pues bien, así es Naguib Mahfuz y así es su novela Hijos de nuestro barrio, una obra de arte que resume la grandeza del arte egipcio.

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